QUE LA DEUDA NO LA PAGUEN LOS DE ABAJO
PAZ, PAN Y TRABAJO 1982 – 40 años – 2022. “Cuando se quiere luchar, siempre hay alternativa” Saúl Ubaldini
El Movimiento Obrero y el pueblo argentino hemos sufrido muchos momentos de adversidad a lo largo de la historia. Sin duda, la dictadura genocida de 1976 fue el peor de todos ellos. Aún en medio del terror, la tortura, y las desapariciones cuya explicación estaba como afirmó valientemente Rodolfo Walsh en la “atrocidad aún mayor de la miseria planificada” de su política económica, las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país no dejamos de resistir ante el poder unificado de las armas y el capital financiero. Desde la heroica re-afiliación sindical de 1977 hasta la marcha de San Cayetano de 1981, pasando por distintas huelgas y acciones sectoriales, se fue construyendo esa resistencia a la dictadura que tuvo su punto más alto en la gran marcha de PAZ PAN y TRABAJO del 30 de
marzo de 1982.
Hoy, a 40 años de aquella gesta popular que colmó la Plaza de Mayo y muchas otras plazas de nuestra patria, enfrentamos la misma disputa de intereses, la misma lucha entre los que quieren una Argentina que deje afuera al 70 u 80 por ciento de la población para asegurar sus negocios y los que queremos un país con igualdad y justicia en que todos y todas vivamos dignamente. En cada proceso de endeudamiento externo y especulación financiera como el iniciado por Videla y Martínez de Hoz o el de Macri y su gobierno de ricos para ricos, los beneficiarios son los mismos. Hoy sufrimos esas consecuencias del último endeudamiento junto a la conducta antisocial de quienes especulan con el aumento abusivo de los precios y se provechan de la coyuntura bélica para enriquecerse a costa del hambre de los argentinos y las argentinas.
El entendimiento con el FMI, ratificado por el Congreso de la Nación y aprobado por el organismo pone a nuestro país en una continua revisión trimestral por parte de los auditores del fondo, con las consecuencias que ello conlleva en términos de pérdida de soberanía sobre nuestras políticas económicas, fiscales y cambiarias. La gran discusión que se abre es: ¿Quiénes son los que van a pagar esta “deuda – estafa” al FMI? ¿Lo van hacer el hombre y la mujer de a pie? ¿Los jubilados? ¿Los asalariados que apenas pueden llegar a fin de mes? ¿Los trabajadores de la economía popular? ¿Los comerciantes? ¿Quiénes van a pagar las mieles que disfrutaron un puñado de tránsfugas sinvergüenzas? ¿Quiénes?
Los trabajadores y las trabajadoras no estamos dispuestos a hacerlo. Ante cualquier ajuste nos convocaremos nuevamente a las calles, a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria reclamando por lo que se comprometieron, salarios y jubilaciones por encima de la inflación, ningún tipo de reforma laboral ni previsional, las tarifas de los servicios públicas deben ser razonablemente accesibles para el trabajador. Queremos crecimiento económico, reactivación del mercado interno, previsibilidad y estabilidad de precios. Queremos que nuestros hijos vivan en un país donde se incentive la producción y el trabajo con recibo de sueldo y se combata la especulación financiera, la fuga y el contrabando que a la luz del sol del Paraná se hace visible en las exportaciones granarias, mineras y en la explotación ictícola de nuestro mar argentino. Estamos convencidos que deben ser los sectores más pudientes de nuestra sociedad, para ello proponemos que la Ley 27.605/21 se prorrogue y sea un aporte solidario extensivo de las grandes fortunas mientras dure el endeudamiento con el FMI. Que paguen los cien agentes que sabemos que fugaron 24.679 millones de dólares. Que los organismos de control fijen la mirada e investiguen a quienes tienen activos no declarados en el exterior y que paguen los que tienen que pagar.
El gobierno del Frente de Todos, nuestro gobierno, llegó para poner fin a las injusticias, para poner en marcha el aparato productivo, para dar trabajo y para construir un Estado de bienestar donde podamos vivir dignamente. Los trabajadores organizados, hoy, como aquel 30 de marzo, con el respaldo y la firmeza que nuestra historia nos otorga, no vamos a renunciar a la lucha para exigir acciones concretas y urgentes que, a la vez que garanticen la mejora real de las condiciones de vida de las grandes mayorías, impidan el retorno al poder de quienes nos han hundido en las penurias del neoliberalismo cada vez que accedieron al gobierno. No aceptamos que no haya alternativa, y si no hay, se construye.
Como decía el querido compañero Saúl Ubandini en relación a la marcha del 30 de marzo de 1982: “Cuando se quiere luchar, siempre hay alternativa”.
Suscribimos esta declaración hombres y mujeres del movimiento sindical argentino que seguimos sosteniendo las banderas por un país con Paz, Pan y Trabajo.